miércoles, 1 de agosto de 2012

Un par de líneas: el periodismo inmundo

Hace unos días que vengo pensando sobre las campañas superpuestas en dos planos... a veces son más, pero digamos que por densidad hay dos que considero predominantes: la campaña contra Victor Hugo Morales y la campaña relacionada con las actividades que desarrolla Vatayón Militante en cárceles del Servicio Penitenciario Federal.

El caso de Victor Hugo Morales: todo indica que en este caso se trata de perforar uno de los bastiones de credibilidad periodística de tono bastante favorable al gobierno (y digo bastante favorable y no totalmente favorable porque quien haya escuchado más o menos consecuentemente a VHM sabe que dentro de la coincidencia tiene su lado crítico). El caso del ataque a VHM me da una impresión de algo poco estructurado. Parece una combinación de publicidad del famoso libro sobre VHM con mucho rencor personal una cierta funcionalidad a los intereses de los patrones y todo esto combinado con ir por lo que tal vez Jorge Lanata considere el objetivo más dificil: desacreditar a VHM. Es como llegar a la última pantalla de un videojuego. Las pantallas anteriores fueron, por ejemplo, tod@s l@s periodistas de 6, 7, 8, con picos de agresiones verbales dirijidas hacia Orlando Barone y Sandra Russo. JL juega el videogame y está aburrido, resentido, solo... y juega el juego así: se ha transformado en un personaje más bien amoral que inmoral: parece haber perdido su capacidad de distinguir lo que está bien de lo que está mal, perdido en sus propios devaneos. Lo que produce es inmundo a tal punto que creo que JL es víctima de su propia intoxicación. A tal punto, que cuando Estela Carlotto hablaba de esto en televisión contaba cómo ella le creyó durante años, en los que se sintió apoyada por JL a través de la publicación de solicitadas en Página/12 por ejemplo, o a por la amplificación de sus mensajes a través de los programas de JL a los que fue invitada. Tanto Madres de Plaza de Mayo, como Abuelas de Plaza de Mayo, como otras agrupaciones de DDHH le dieron su confianza. Estela Carlotto narra cómo se fue convenciendo de que JL, el verdadero, es este, al que no le importan los derechos humanos, y que trabaja para intereses contrarios a aquellos idearios. Un día, recientemente, las empezó a señalar con el dedo desde la otra vereda. El relato de Estela Carlotto me dio escalofríos: JL es periodista, y es una suerte, porque si fuera un marino por ejemplo podría llamarse Astiz. Mientras tanto, VHM responde sufridamente. Y me solidarizo con VHM.

Las actividades de Vatayón Militante tienen ese costado, la mentira, y está a la vista para quien quiera buscar los expedientes judiciales (online) aprobando la salida de los presos para estas actividades, todas descritas, las fotos y videos (que siempre fueron  públicos)... pero sobre todo, tiene otro costado perverso: ataca lo que la militancia y la política tiene de más noble: la militancia por solidaridad y sin ninguna perspectiva de rédito. Es imposible imaginar una actividad con menos probabilidades de rédito político, económico, de prestigio social que militar en penales. Es simplemente imposible. Esas personas tienen suspendidos sus derechos políticos (no votan). Y de hecho mucha más gente que ellos dejaría de votar al candidato al que ellos votarían. Son pobres de toda pobreza, muchos de ellos defendidos por defensores de oficio porque no pueden pagarse un abogado que los saque de ahí. No hay rédito, sólo laburo duro, solidario, en el subsuelo de la sociedad. A ver si en lugar de cuestionar a personas solidarias por hacer de las cárceles un lugar mínimamente humano, empezamos a cuestionar a los dirigentes, militantes de otros partidos, jueces, etc. que no contribuyen para que compatriotas cumplan sus penas (que nadie está diciendo que los indulten!) en condiciones humanas. El periodismo inmundo, como siempre, al palo. Mi solidaridad con l@s muchach@s de Vatayón Militante.


2 comentarios:

Mordi dijo...

Yo apoyo totalmente lo que expresás en esta nota. El ataque a la militancia me parece de lo más bajo. No es un ataque a una agrupación o a dirigentes, sino al trabajo que realizan los militantes.

Ariel dijo...

Mordi, es lo que me indigna. Es a la militancia en su versión más generosa! Abrazón!