viernes, 24 de diciembre de 2010

Arribo a Baires y a algún lugar un poco atrás en el tiempo

El martes 21 llegué a Buenos Aires después de uno de esos vuelos baratos y un tanto tortuosos São Paulo - Buenos Aires a los que uno se somete para ahorrarse unos mangos. Llegué a Aeroparque a eso de las 18 hs con unos 36º C, un paro de azafatas por un conflicto con LAN que estaba enloqueciendo a pasajeros de todas las líneas aéreas (por lo menos todas las que operan vía Aeroparque), y sin taxis ni ómnibus a la vista.  Cuidado, esto es una descripción, no una queja. Salí con mi valijita y mi mochila con la laptop, crucé a la vereda de la costanera y empecé a caminar hacia el norte (dirección Ciudad Universitaria). Hacía un buen tiempo que no sentia el olor del Rio de la Plata, el viento caliente y húmedo pegoteándome la ropa al cuerpo, las conversaciones de los pescadores... pasé por la vereda del Club de Veleros de la Costanera... continué caminando... pasé por el Parque de la Memoria y después por los portones secundarios que dan acceso a la Ciudad Universitaria, aquel lugar que fue mi casa durante tantos años... y caminé más todavia. Entre por el portón principal que da acceso al estacionamiento del Pabellón I. Fui al kiosko del Centro de Estudiantes de Ciencias Exactas y Naturales, mítico CECEN: pedí una gaseosa... salí, y como hice muchas veces durante tantos años tomé el 28 hasta Puente Saavedra... bajé del lado de Vicente López y caminé por Avenida Maipú hasta llegar a este lugar, que cada vez que vuelvo llamo nuevamente "mi casa". Volver a casa siempre es volver un poquito a ese lugar al que no se puede volver de verdad: es volver al pasado.

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