Ayer, como todo el mundo ya sabe, terminó el sueño brasilero de ganar por 6ta. vez el campeonato mundial de fútbol. Como dice Fernando Signorini (ver aquí), no es algo importante en sí mismo. Pero cuando todo se configura para que la vida gire (aunque sea por unos ratos) alrededor de ese tipo de cosas, eso que no debe ser importante se convierte en algo central. Además, quién no reconoce que el fútbol es uno de los elementos culturales centrales de estos tiempos está probablemente mirando otro canal: la cantidad de cuestiones identitarias en términos de tradiciones, relatos que nos unen a equipos que representan países, la épica de (a pesar de todo/s y contra todo/s) ganarle al más fuerte es insoslayable. Si alguein no se convence es sólo parar para pensar que la mayor parte de las metáforas lingüísticas de nuestro día a día son inspiradas en (o por) lo que se ve en las canchass. En fin, no se puede dudar que con o sin sentido, el partido de ayer era importantísimo.
Ayer, todo empezó aquí en Brasil como un día preparado para festejar: asueto laboral y administrativo en prácticamente todas las empresas y reparticiones públicas, gente que compraba hasta 100 kg de carne y cantidaes de ese tenor de cerveza para el asado con los amigos, nadie en las calles desde temprano... después del mediodía no dejaba de impresionar ver a gente llorando o verdaderamente triste porque ese conjunto de personas que hacen de su trabajo un juego y de su juego un trabajo simplemente no pudieron, o tuvieron un mal día, o no estaban tan inspirados... esas cosas que nos pasan tan frecuentemente, no? Espero que hoy, en Argentina - Alemania se disfrute de un buen partido, que el resultado no importe mucho, en todo caso que no haya gente llorando por dos motivos: 1. porque espero que la Selección Argentina de Fútbol gane; 2. porque el resultado no es tan importante.
2 comentarios:
te envidio porque estas en brasil!
Anonimo, estar aquí está bueno. Agradezco la participación, más aún si los comentarios son firmados.
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