Apenas un poquitín de política brasilera en estas épocas de campaña. El Presidente Luis Ignacio Lula da Silva, después de dos períodos de lo que para varios politólogos de Brasil y del mundo fue la administración de gobierno más brillante de la historia de Brasil, no puede presentarse nuevamente a elecciones. La Ministra-Jefe de la Casa Civil (especie de Primer Ministro) Dilma Rousseff fue entonces la elegida para intentar la sucesión y la continuidad de las líneas maestras de a Administración Lula. La elección de Dilma fue compleja, ya que fueron sondeados varios otros candidatos que, o no medían ni un poco, o no querían ser sucesores de Lula.
Aquí abro un paréntesis para explicar esto último, que es fundamental para entender el momento actual: Lula termina su gobierno con casi 80% de aprobación personal, y con 86% de aprobación en su gestión. Ningún candidato ni del PT ni de la oposición aspira razonablemente a superar esa marca, e incluso, como fue reconocido meses atrás por el principal candidato de la oposición, el actual Gobernador del Estado de São Paulo José Serra, la aspiración de máxima de cualquiera de los candidatos con chances es "que no se caiga". Por lo tanto, algunos posibles presidenciables aparentemente se juegan a que el próximo gobierno "se va a caer por lo menos un poquito" y tendrán la chance de "volver a poner la nave en el rumbo por el que va ahora". Cierro paréntesis.
Decía entonces que Dilma fue impuesta por Lula al PT, lo que en realidad no es exacto: nadie en el PT (e incluso mucha gente afuera del PT) discute el instinto político de Lula. Tanto Dilma como Serra son candidatos de pésima calidad oratoria y con un carisma de subsuelo (ver esta nota por ejemplo). Pero Dilma lo tiene a Lula bancando, y del carisma de Lula no hace falta hablar.
Dilma arrancó desde muy abajo, sin experiencia directa en ningún cargo de gestión, y con una hiper campaña mediática en contra. Sin embargo, ayer, uno de los diarios más "Serristas", la Folha de São Paulo (ver aquí) reconoció que en encuestas hechas por la empresa Datafolha (perteneciente al grupo Folha de São Paulo) Dilma tiene 41% de intención de voto contra un 33% de José Serra. Descontados los votos nulos y las abstenciones, Dilma estaría ya cerca del 47% de los votos útiles, lo que la colocaría a 3 puntos porcentuales de una victoria en primera vuelta. Puede ser vista una buena cobertura aquí. Bueno, parece que hay chances de que siga el progresismo en América del Sur. Pero lo interesante es que aunque gane Serra, dificilmente habría una vuelta atrás en temas fundamentales de Economía, Política Exterior (fundamentalmente Mercosur), Salud, Educación y Cultura. Como dije arriba: nadie es tan tonto de arriesgarse a cambiar todo y ser el responsable de "que se caiga". Y eso está implícito en los discursos de los dos candidatos principales: en un caso por convicción, en ambos casos por necesidad.
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