jueves, 10 de marzo de 2011

Libia: qué esperaban?

Como advertí varias veces, tengo una cierta dificultad en entender con alguna profundidad los conflictos en Libia y el Magreb. Pero como eso pasa con casi todos los que están escribiendo sobre este tema, sigo diciendo un par de cositas al respecto. Como siempre, la raíz principal del problema en el norte de África y Medio Oriente no es la democracia, la libertad ni los derechos de las mujeres o de las minorías religiosas. Hay dos ejes (o mejor, un eje con dos puntas): el petróleo, principal combustible del desarrollo capitalista versión S. XX en adelante, y la increíble capacidad de la industria bélica de reconducir la recuperación económica de prácticamente cualquier país con algún grado relevante de industrialización. Esto es, la enorme eficiencia que (se prevé en los centros de decisiones de USA y la Unión Europea) estos conflictos tendrán para re-encarrilar la recuperación económica de ambas "zonas económicas" que van en caída libre desde por lo menos 2008 sin que nadie sepa dónde está el piso.

Las lecturas que los grandes medios (como este) fuerzan, son las de "pueblos oprimidos que buscan la libertad". Claro, estas lecturas son ayudadas por gobiernos (me refiero a lso de los países cuya intervención se propone) que, en función de liturgias que muchas veces responden a simbolismos importates en esas sociedades altamente teocratizadas, se muestran como medievales a los ojos de occidente. Uno de los puntos a remarcar aquí: esos gobiernos SON y SIEMPRE FUERON gobiernos de occidente. Siempre tuvieron fluidas relaciones comerciales y financieras  con las democracias de occidente (puede discutirse qué tan intensamente los primeros años del gobierno de Khadafi, pero eso es tan anecdótico como su postura socialista en los períodos iniciales). Las liturgias "medievales" en esas sociedades funcionan como símbolos y dispositivos de distribución y atribución de poder. Igual que en cualquier otra sociedad. Y ninguna revolución exportada desde las oficinas de la democrática White House o el Palais de l'Élysée va a cambiar esa situación, cuyo principal determinante no es un personaje aparentemente patético (de verdad es más patético que otros que andan o anduvieron por ahí?) sino un complejo entrecruzamiento de tradiciones, religión y devastación del sentido de la política. Si no preguntales a las mujeres egipcias que sirvieron de escudos humanos contra los matones de Mubarak cómo son invitadas a trabajar para la recuperación del país. Y la gran prensa, tan emotiva con la revuelta popular egipcia, ahora parece que está bastante interesada en saber dónde está la plata de Khadafi.

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