Difícil hablar de Ernesto Sábato: figura admirada durante mi adolescencia (El tunel), comprometida políticamente (militancia a favor de los Derechos Humanos, Presidencia de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas - CONADEP, Nunca más, pero qué se hace con el almuerzo con el dictador Jorge R. Videla). Tipo íntegro, de literatura oscura y compleja para ser interminablemente discutida en cafés durante la mi período universitario (Sobre héroes y tumbas), período de frustraciones políticas, de felices pascuas, de lecturas positivistas que oscilaban entre Bertrand Russel y Karl Popper (Hombres y engranajes). Rediscutido a lo largo de una cierta militancia estudiantil (Abaddón el exterminador) per de nuevo... qué hacer cuando va a un programa político reaccionario a hablar apocalípticamente del avance del conocimeinto (varias entrevistas)... Se fue Ernesto Sábato. Vivió casi 100 años. Indiscutiblemente brillante. Oscuro, militante del pesimismo. En cualquier caso una referencia y una figura identitaria de la cultura argentina. Vaya entonces este modestísimo homenage a Don Ernesto Sábato.
2 comentarios:
Quiero creer que el pesimismo es una actitud tan importante y tan necesaria como el optimismo. Ya que el "justo medio" parece ser un lugar, demográficamente hablando, bastante irrelevante; y como del optimismo han brotado unas cuantas aberraciones, me parece que hace falta ese contrapeso.
Estoy de acuerdo, no soy cultor del optimismo voluntarista, eh? Abrazo!
Publicar un comentario