domingo, 10 de abril de 2011

La generación del "Nunca menos"

Acabo de leer este post en el blog de Aldo Ulises Jarma, y decidi copiarlo integralmente:

Dice Aldo:


Cansado de leer a gorilas en decadencia como Morales Solá, Grondona o Pagni, en las últimas semanas descubrí en el diario La Nación a Francisco Olivera, quien en el suplemento económico tiene una columna titulada “Empresarios & cia”, la que recomiendo fervorosamente.
En efecto, el tipo deambula a mitad de camino entre psicólogo o delator de empresarios lobbistas. En cualquier caso, revela con crudeza la idiosincrasia del establishment local. Veamos lo que escribía hace un par de domingos bajo el título “Tambalea el último puente”:
La nostalgia puede tener manifestaciones insólitas. Un empresario argentino añora, a través de una anécdota, tiempos en los que conversaba en Olivos con Néstor Kirchner.
Las cosas han cambiado para casi todos. Para el protagonista de la historia, porque la presidenta Cristina Kirchner no sólo le escatima aquella confianza, sino que ni siquiera le contesta los llamados. "Era más fácil con él", insiste. No es el único. Hasta Julio De Vido es otro.
El ministro era el último puente entre el establishment y el poder.
Para empresarios acostumbrados al calor cabilderil, esa ausencia de vínculos es poco menos que una tragedia nacional
Y el domingo pasado Olivera nos dejó esta perlita: Pavor ante el avance de la generación del nunca menos:
“Siempre tan cambiante, la Argentina sorprende en esa dialéctica con una ironía: los empresarios prefieren al peronismo clásico. Más que nada porque la opción a esa estructura que ellos definirían como "malo conocido" es otra de alcances impredecibles: un rejunte de dirigentes jóvenes y sin experiencia dispuestos a concretar sus sueños ideológicos.
Es evidente que el clima de negocios empeora. "Yo tengo las valijas hechas", bromeó el N° 1 de una compañía, que advirtió, esta vez en serio, que la mayoría de las empresas se vería muy perjudicada si Cristina Kirchner ganara las elecciones. "Si se acompaña por estos nuevos jóvenes, temo por la Argentina", agregó un industrial.
En las empresas, el estado de alerta cunde, por ejemplo, a medida que se van conociendo los borradores de Axel Kicillof, el dirigente de 39 años que el Gobierno designó, a través de la Anses, en el directorio de Techint. Kicillof es un economista que se doctoró en la UBA con 10 de calificación en 2005 y que venía de graduarse ahí, diez años antes, con diploma magna cum laude y promedio general 8,24. Fue el 1° de entre 122 recibidos. Un promedio casi tan bueno como el que coronó su bachillerato en el Colegio Nacional de Buenos Aires: 8,54. Sería una experiencia sociológica interesante observarlo, con sus remeras negras diarias y ademanes que no remiten precisamente a la modestia del Cura de Ars, discutiendo frente al directorio de Techint. Algo parecido podría ocurrir con Iván Heyn, de 32 años, en Aluar.

Confieso que no salgo de mi asombro ante tal grado de desfachatez de estos tipos, lo que sólo puede explicarse por un atavismo histórico argentino: un establishment parásito del Estado sea cual fuese el color del gobierno que llegase al poder.
Lula Da Silva siempre solía repetir una frase mientras fue presidente: "El Estado está para cuidar a los pobres, los ricos no necesitan del Estado". Los grandes medios nunca la publicaron en Argentina (hagan la prueba con google). Por algo será.
Aquí los ricos SIEMPRE necesitaron ser sanguijuelas del Estado para “crecer”. A eso le llaman “clima de negocios”. Y declaran espantarse porque una presidenta pletórica de dignidad no les contesta los llamados y, peor aun, porque se designan directores del Estado en empresas privadas a tipos super capaces, con las mejores calificaciones y dispuestos a cumplir sus sueños ideológicos (traducido: no se venden). HORROR.
“Ya tenemos las valijas hechas”, nos atinan a decir.
Ojalá fuese así, pero NUNCA cometerían ese error: ¿Adonde irían? ¿A la pujante Europa o EEUU? ¿A Japón? ¿A China? El mundo en crisis difícilmente tenga los brazos abiertos para tamañas sanguijuelas. Y los tipos lo saben.
Por eso les molesta tanto la GENERACIÓN DEL NUNCA MENOS, que es la garantía de que NUNCA MÁS estos tipos se adueñen del Estado argentino en beneficio propio.
La mayoría de estas sanguijuelas que ahora lloriquean y "preparan las valijas", hasta  hace poco se llenaban la boca alabando al "modelo de Lula" en Brasil. Bueno... aprendan de Lula.

Suscribo a todo. Agregaría que hay un componente generacional: estos empresarios y sus lobbystas están formatados en un tiempo que ya fue: las formas de interacción de los medios de producción con el Estado son (y deben ser) otros. "Nunca menos" y "Ahora vamos por todo" son referencias de identidad ideológica, cultural y generacional: la Argentina se renueva, y estos tipos no son ni siquiera capaces de formar sus cuadros políticos para dar esta nueva batalla cultural... por ahora la hacen fácil, pero tanta mediocridad nunca es motivo para festejos, eh?


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