Hace muchísimos años, cuando estaba el el colegio secundario (el Colegio Nacional de San Isidro "Dr. Antonio Sagarna"), tenía algunos amigos con los que compartía muchas cosas... más de las que creía en aquel momento. Cuando digo amigos digo aquell@s tip@s con los que aprendimos (juntos y sin que ningun@ estuviera muy en condiciones de enseñarle al/a la otr@) lo que como conozco como la militancia estudiantil, la política como posibilidad de intervenir en la historia, la mística militante, el valor de la libertad, el valor de defender los derechos propios y los de los que no pueden/saben defenderlos, el valor de animarse aunque de miedo... el derecho a publicar nuestras ideas sin censura previa, a ser escuchados... tantas cosas... tantas!
Yo guardaba para mí una especie de secreto, que al mismo tiempo me producía un cierto orgullo: esa fase de mi vida (entre los 15 y los 17 años) fue probablemente el período más formativo para mí. El orgullo: a fuerza de creer que era posible, sin experiencias previas, sin personas con experiencia alrededor (era entre el final de la dictadura y el principio de una democracia que caminaba llena de miedo) fuimos haciendo camino, aprendiendo como autodidactas, haciendo lo que podíamos... pero no estabamos parados... Teníamos entre 15 y 17 años y formamos desde cero un Centro de Estudiantes, redactamos un estatuto, lo dotamos de una comisión de Cultura, una de Difusión (para lo cual fundamos la revista correspondiente), etc. La vergüenza: no fui capaz de propagar esa experiencia, no fui capaz de pasarla a otras manos, en ningún otro momento hasta ahora creo haber sido capaz de absorber tanto como en aquella época... una vaga sensación de que algunos de mis mejores momentos en tanto ciudadano libre los viví siendo adolescente y se extinguieron después, dejando algunos recuerdos alucinantes. Sin embargo, aquella época no fue algo que pasó... tengo claro que aquellas vivencias son algo que me constituyen.
Hoy reencontré después de más de 20 años a mi amigo (y ahora sé que quiero seguir llamándolo amigo) Fernando. Los dos más viejos (en realidad Fernando está igual, ni siquiera se le puso blanco el pelo)... y recordamos, y saltramos del pasado a hoy y de hoy al pasado haciendo esas conexiones naturales que sólo se pueden hacer después de 20 años con pocas personas... fácil ponerse al día... fácil entenderse, no era necesario explicar mucho ni dar muchos detalles... Celebro entonces este reencuentro, lleno de recuerdos de discusiones políticas, talleres literarios, obras de teatro en subsuelos oscuros, horas redactando "notas" provocadoras que eran "colgadas" en una cartelera con la idea de debatir sobre cuestiones que nos interesaban, haciendo letras de canciones donde nos reíamos practicamente de todo, leyendo cuentos en bares... qué se yo... estoy agradecido por este reencuentro!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario