sábado, 1 de octubre de 2011

Un casamiento, sierras y poesía...

La semana pasada se casó mi hermano Gustavo con su compañera Marcela. Vivían en Buenos Aires hasta hace unos años, cuando decidieron hacer la dificil apuesta de una vida simple... casita, perro (perdón, Bruno), las hermosas sierras pre-cordilleranas de Merlo (San Luis) y unas noches de cielos estrellados como en ninguna otra parte como telón de fondo.

Gus y Marce y Bruno (el perro) "auto" retratados por Gus

Ya hacía unos años que Gustavo y Marcela convivían, pero por algún motivo, ahora decidieron casarse. Y uno, que nunca fue amigo de rituales pero con la edad aprendió a respetarlos, tomó varios aviones y ómnibus para hacer la ida y vuelta hasta allá, y estar... estar junto... estar lado a lado. Fui testigo en el registro civil del casamiento de mi hermano menor, el de las carreras de autitos en la scalextric que nos trajo una vez mi abuela desde Francia, el mismo que construía conmigo aviones, casitas, autos con Rastis, el que jugaba conmigo con los camioncitos Duravit o en la pile de lona en el patio de una casa en las siestas de verano... con el que intercambiábamos las lecturas de Asterix y de los libros de la Colección  Robin Hood.

Gus y Marce "auto" retratados en masa de modelar, versión muñequitos de torta 

Como no podía ser de otra forma, el casamiento fue en gran estilo: pequeño, intimista, lleno de afecto y emociones, lleno de las personas más queridas: lo escencial al desnudo. Así fue que todos fuimos convocados a comer un asado a la noche, a La Farola de Merlo, donde había una parte del salón habilitada para la conmemoración. Después de un pequeño coktail (un trago y sandwichitos), cada uno buscó el lugar que tenía asignado, y encontró sobre el plato un sobre y un pequeño rollo de papel con un poema... un poema especialmente seleccionado para cada uno de nosotros...

El regalo recibido...

Fue así que tod@s l@s invitad@s comenzamos e leer emocionadamente el reflejo de lo que ellos ven en nosotros, escrito en hermosos poemas de Cortazar, Alberti, Quevedo, Alfonsina Storni, Borges, y tantos otros... Después de la sorpresa inicial de saber que cada poema había sido elegido para cada uno, todos quisimos saber de los poemas de los otros... y fue así que al sentarnos a la mesa, pasamos buen tiempo leyendo poesia, y entendiendo un poquito más y un poquito mejor la no-casualidad de que estos dos nos juntaran al juntarse. Todavía me cuesta reponerme de tanta emotividad. Pero, aunque (por suerte?) las cosas vuelvan a su lugar, nos quedamos llenitos de emoción, lindos recuerdos, ricos asados y muchas (pero muchas!) ganas de volver. Les dejo esta canción de Jarabe de Palo que quedó sonando en la memoria:


2 comentarios:

sary dijo...

Con la sensibiliad a flor de piel, me permitiste volver a verlos en esos recuerdos y por supuesto volver a lagrimear. Fue un hermoso reencuentro! El casamiento, de 10: los chicos felices construyendo sus sueños y los invitados sorprendidos y emocionados por lo mucho que nos brindaron:cada detalle, una ofrenda. Fueron tres días maravillosos. Felicidades a Marce y Gus!

Gus dijo...

Gracias Ariel por este lindisimo raconto! La verdad, fue hecho entre todos, estuvo genial, ida y vuelta, que lindo estuvo vernos asi con tiempo para charlar y disfrutar. Fueron unos dias inolvidables, luego se fueron yendo todos y quedo el ambiente repleto de todos los recuerdos y las palabras. Y yo todavia aprovecho para repasar y grabar cada momento, es necesario repetir estos encuentros aun siendo irrepetibles!