El día del empantanamiento fotografiado aqui, estuvimos casi dos horas sin poder salir del atolladero... el bloqueo de diferencial del auto no estaba funcionando, empantanado con tres ruedas entre el barro y el agua, de las que sólo giraban una delantera y una trasera. Varias personas que viven en el Remansinho pasaron en moto y con su ayuda intentamos diferentes cosas: empujar, calzar una rueda con un tronco... nada funcionó. Cuando todos habían abandonado todo intento de ayudarnos y se fueron con la promesa de buscar la ayuda de un camion para sacarnos aparecen en moto Jussimar y Tatiane. Jussimar bajó de la moto... dio la vuelta al auto... miró por abajo, metió los pies en el barro, movió las ruedas para comprobar cuales estaban sueltas y cual afirmada en el suelo. Pregunta si habiamos intentado empujarlo. Le cuento que llegamos a ser cinco intentándolo. Sonríe (sonrisa seria). Me mira fijo y me dice "tiene que salir... va a salir". Lo miro incrédulo. Se pone a mirar alrededor, junta un tronco de un metro por unos 30 cm de diámetro con un extremo sobresaliente de cada lado... va a buscar más... vuelve con una vara de unos 10 metros de longitud y unos 15 cm de diámetro... tomó el primer pedazo de tronco y lo golpeó dos veces de cada lado contra el piso, haciendo que se parta al medio longitudinalmente. Se metió en el barro de nuevo y calzó la vara larga debajo de la suspensión de la rueda trasera que estaba más cerca del piso, haciendo palanca para dejar espacio para que yo pusiera los troncos partidos debajo de la rueda. El auto salió hacia atrás perfectamente. Kézia, mi compañera de aventuras amazónicas le dijo "sabés la cantidad de gente que estuvo intentando ayudarnos a empujar para que saliera?" y Jussimar muy tranquilo, embarrado hasta la cabeza, sonriente, le contestó "es que lo que hacía falta era inteligencia". Subió a su moto, de la que Tatiane no se había bajado, y se fueron quién sabe a dónde...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario