Es bien sabido que un partido de fútbol no le cambia la vida a casi nadie (exceptuando jugadores, equipo técnico, clubes y auspiciantes). Lo razonable indica que a los que son meramente miembros de una hinchada, simpatizantes u observadores no debería cambiarles la vida en nada. Excepto que seas un argentino viviendo en Brasil y que el "jogo" sea uno de la selección brasileira vs. la selección argentina. Ahí cambia todo. Me explico. Todo el mundo sabe que los brasileros (y las brasileras) son amantes de pasión del fútbol y sobre todo de su selección. Entonces un partido de esos puede virtualmente parar el país. No fue lo que pasó hoy por dos motivos: 1) el país ya estaba parado porque el partido fue de noche; 2) todo tuvo una intensidad levemente menor porque el partido fue en Argentina y no en Brasil.
Usualmente, profeso una antipatía genética por la selección argentina, antipatía que casi siempre me llevó a desear religiosamente que pierda cuando sea y contra quién sea. La excepción fue la selección que jugó en el mundial de Alemania (2006). Probablemente porque la ví jugar desde Brasil y desde Turquía me resultaba simpatiquísima. Además siempre me cayó bien Sorín (el capitán nada menos), con su libro para chicos incluído.
Volviendo a lo que importa, el caso es que en mi situación de argentino en Sampa, un partido ganado o perdido por la selección brasilera contra la argentina, tiene consecuencias inexplorables a priori que pueden ramificarse en una incalculable trama de causalidades... si gana el equipo brasilero es insólita la cantidad y calidad de gente que puede llegar a pasarse por mi laboratorio a "consolar al argentino derrotado"... y de paso dar unas puntadas verbales supuestamente dolorosas en medio de todo tipo de gestos de solidaridad y de "solidaridad". Por otro lado, si el equipo brasilero pierde, se hace un poquitín más dificil encontrarme con personas para hablar de bueyes perdidos, las reuniones se hacen cortas y concretas, y la gente le escapa a la conversación casual por las dudas mencione un resultado doloroso. Todo esto siemrpe con buenas dosis de sentido del humor de todsas las partes. Lo curioso de esta conducta es que a veces es tan hinchapelotas que algunas personas consiguen que me convierta en un sujeto futbolísticamente argentinófilo, lo que es mucho decir.
En cualquier caso, concretamente hoy, nos fuimos al cine con mis amigos (y colegas) Alejandro y Tania a ver un filme uruguayo (Gigante) muy agradable, y después nos juntamos en casa para abroquelarnos a ver el partido. Terminó 3 a 1 con victoria brasilera, con toda justicia, como todos deben saber ya. La selección brasilera hizo um jogo bonito, mucho laburo de equipo, y jugó con mucha alegría... (perdón Charly, a veces pienso que la alegría ES sólo brasilera). Me voy a tener que bancar de todo el próximo día laborable (que aquí es el martes, ya que el lunes es feriado), pero en esto... al menos hoy mi corazón es brasilero! Ja!
Usualmente, profeso una antipatía genética por la selección argentina, antipatía que casi siempre me llevó a desear religiosamente que pierda cuando sea y contra quién sea. La excepción fue la selección que jugó en el mundial de Alemania (2006). Probablemente porque la ví jugar desde Brasil y desde Turquía me resultaba simpatiquísima. Además siempre me cayó bien Sorín (el capitán nada menos), con su libro para chicos incluído.
Volviendo a lo que importa, el caso es que en mi situación de argentino en Sampa, un partido ganado o perdido por la selección brasilera contra la argentina, tiene consecuencias inexplorables a priori que pueden ramificarse en una incalculable trama de causalidades... si gana el equipo brasilero es insólita la cantidad y calidad de gente que puede llegar a pasarse por mi laboratorio a "consolar al argentino derrotado"... y de paso dar unas puntadas verbales supuestamente dolorosas en medio de todo tipo de gestos de solidaridad y de "solidaridad". Por otro lado, si el equipo brasilero pierde, se hace un poquitín más dificil encontrarme con personas para hablar de bueyes perdidos, las reuniones se hacen cortas y concretas, y la gente le escapa a la conversación casual por las dudas mencione un resultado doloroso. Todo esto siemrpe con buenas dosis de sentido del humor de todsas las partes. Lo curioso de esta conducta es que a veces es tan hinchapelotas que algunas personas consiguen que me convierta en un sujeto futbolísticamente argentinófilo, lo que es mucho decir.
En cualquier caso, concretamente hoy, nos fuimos al cine con mis amigos (y colegas) Alejandro y Tania a ver un filme uruguayo (Gigante) muy agradable, y después nos juntamos en casa para abroquelarnos a ver el partido. Terminó 3 a 1 con victoria brasilera, con toda justicia, como todos deben saber ya. La selección brasilera hizo um jogo bonito, mucho laburo de equipo, y jugó con mucha alegría... (perdón Charly, a veces pienso que la alegría ES sólo brasilera). Me voy a tener que bancar de todo el próximo día laborable (que aquí es el martes, ya que el lunes es feriado), pero en esto... al menos hoy mi corazón es brasilero! Ja!
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