Conocí en la expedición al Remanzinho un personaje de cuento: digamos que se llama Zé Silva. Pasamos delante de la entrada de la casita de madera, hecha sobre pilotes bajitos y finos, él estaba en la puerta sentado en el piso (generalmente no hay sillas en esas casitas) conversando con otro hombre. Cuando reconoció el jeep, el hombre se puso a saltar de alegría y a gritar “doutor! Para aquí e me visita doutor!” mientras se moría de risa, todo desdentado. Íbamos a parar justamente porque la gente del lab de malaria sacan fotos de los habitantes de esa comunidad. Toda vez que vuelven les llevan las fotos impresas en papel o reveladas y las distribuyen como regalo (en casi todas las casas esas son las únicas fotos que las familias tienen). Y había varias fotos de este señor que combinamos en llamar Zé Silva, tomadas en su propia casita. Entramos con el jeep en el terrenito, mientras nuestro anfitrión hacía señales de orientación tipo aeropuerto para que estacionásemos bien el auto. Y bajó de un salto del tablado y vino corriendo, hablando sin parar, interrumpiéndose… ahí fue que entendí el apodo: no para de moverse y de saltar de un lado al otro. Tiene una afición: junta todo papel impreso que anda por ahí y lo pega en una de las paredes externas de su casa. Cualquier papel impreso con un sello o lo que sea. Y le da importancia. Muestra la colección como si fuera un museo: un volante de una pizzería de no sé donde, un formulario de un grupo de relevamiento de alfabetización de Nova California (ya voy a hablar de Nova California en un próximo post), un comprobante de vacuna de alguien a quien probablemente ni conozca. Por supuesto que no sabe lo que es cada cosa. Cuando bajamos del auto soy presentado… y se pone a gritar de contento y de excitación, me muestra sus papeles pegados en la pared… van dos pequeñas historias:
Las casas son numeradas por la gente del servicio de malaria para su identificación a lo largo del ramal. Los números son pintados en un lugar más o menos visible en color negro sobre las paredes de madera. Nos muestra que la pintura con que pintaron el número es mala, se queja de que no se ven los números… es que había conseguido para las paredes externas de la casa más pintura negra. Pintó aparentemente con todo cuidado (daba para ver que los trazos del pincel rodeaban los números bastante cuidadosamente)… pero los números estaban pintados en color negro, la pintura de la pared era negra… y negro sobre negro… ya se sabe…
En un momento, hablando conmigo, me pregunta de dónde soy… le digo que vengo de São Paulo, como las otras personas del grupo de malaria… me dice (es verdad)
-um dia eu vou para uma cidade grande… mas grande mesmo… eu vou viajar e conhecer uma cidade…
-para onde você quer ir? (le pregunto)
-Acrelândia! me responde.
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