Ayer fuimos a ver una expo al
SESC Pompeia (una red de centros culturales del sindicato de comercio con espacios fantásticos). La expo se llama "Cuide de você - Sophie Call". Sophie Call es una artista plástica que al recibir una carta de ruptura de su novio, la sometió al escrutinio (a la carta) de 107 mujeres (si, 107!!!) destacadas en todas las disciplinas posibles para que hagan sobre la carta sus respectivos análisis desde su particular visión profesional y sobre todo femenina... cada una descuartizó a gusto al pobre diablo (que debe decirse, no tuvo mejor idea que terminar por e-mail su relación amorosa con la terrible Sophie). En fin, 107 pedazos de pedazos del pobre tipo, expuestos y desnudos...
Pusieron, además, en ese SESC arbolitos de Yoko Ono, que son arbolitos en los que se cuelgan pequeñas cintas de papel en las que se escriben deseos. Pusimos los nuestros, claro (como se ve en la foto).
Hay que decir que Yoko Ono se inspiró en una antigua tradición japonesa de la fiesta de
Tanabata Matsuri, fiesta que se celebra todos los años el segundo fin de semana de julio en Japón y en Sampa, en el barrio de
Liberdade. En esta ifesta, es tradición colocar bambúes en todas partes, y colgar de ellos una cinta de un color pidiendo un deseo. El color a ser elegido depende del tipo de deseo (hay colores para los deseos amorosos, de salud, de progreso económico, amistades, etc.).
La leyenda de Tanabata Matsuri (en portugués):
Uma antiga lenda, criada há quatro mil anos e inspirada nas estrelas Vega e Altair, conta a estória de uma certa Princesa Orihime e seu amado Kengyu.
A Princesa Orihime era uma excelente tecelã e confeccionava a mais perfeita seda de que se tinha notícia. Preocupado com sua excessiva dedicação, o rei ordenou que ela se distraísse, dando passeios diários pelo reino. Em uma dessas ocasiões, Orihime conheceu o pastor Kengyu e os dois se apaixonaram.
Esquecendo-se completamente de suas obrigações, a princesa tecelã e o pastor dedicaram todo o tempo a esta paixão e por este motivo foram castigados, sendo transformados em estrelas e separados pela via láctea. Comovido com a tristeza do casal, o Senhor Celestial permite um único encontro anual entre os dois, num dia de julho.
Em agradecimento à dádiva recebida, o casal atende aos pedidos feitos em papéis coloridos (irogami) e pendurados em bambus (sassadake).
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